jueves, 7 de marzo de 2019

COMUNICACIÓN


Reglas básicas para comunicar.
1. Simplicidad: use palabras fáciles 
El lenguaje más efectivo es el que clarifica, no el que oscurece. Es el que hace que las ideas sean claras en lugar de empañarlas. Cuánto más sencilla se presente una idea, mejor se entenderá y, por tanto, más creíble será.

2. Brevedad: utilice frases cortas
Cuando se trata de conseguir una comunicación efectiva, lo pequeño gana a lo grande, lo corto a lo largo y lo fácil a lo complejo. Y a veces, lo visual gana a todo lo anterior.
3. La credibilidad es tan importante como la filosofía
La gente tiene que creer en algo para comprarlo, por tanto si sus palabras no tienen credibilidad, si contradicen hechos, circunstancias o percepciones, perderán fuerza. Diga lo que trate de decir y dé a entender lo que diga.
4. La coherencia importa
Encontrar un buen mensaje y mantenerlo requiere una extraordinaria disciplina, pero el esfuerzo se amortiza multiplicado por diez. Recuerde que puede que acabe mareándose de tanto repetir exactamente lo mismo una y otra vez, pero buena parte de su audiencia lo oirá por vez primera.
5. Novedad: ofrezca algo nuevo
Las palabras eficaces a menudo implican dar una nueva definición a una idea antigua. A veces lo que más importa es que el mensaje aporte un sentido de descubrimiento, algo así como: “Vaya, nunca había pensado en ello de esta manera”.
6. El sonido y la textura son importantes
Un aspecto con frecuencia olvidado es el sonido de nuestras palabras. Una cadena de palabras que tienen la misma primera letra, el mismo sonido o la misma cadencia silábica es más fácil de recordar que una colección aleatoria de sonidos.
7. Hable con ambición
La gente olvida lo que dices, pero nunca olvidarán lo que les hiciste sentir. Si el oyente puede aplicar el lenguaje a una situación general o a una condición humana, habremos conseguido la humanización. Pero si puede relacionar ese lenguaje con sus propias experiencias, lograremos la personalización.
8. Visualice
La visualización está tan relacionada con las palabras como con las imágenes, y hay una palabra que activa automáticamente el proceso de visualización con sólo mencionarla… y esa palabra es imaginar.
9. Haga una pregunta
Cuando se realiza una afirmación, ya sea en la política como en los negocios o en la vida diaria, la reacción del oyente depende de alguna forma de la opinión que tenga el interlocutor. Pero si se hace la misma afirmación en forma de pregunta retórica, la reacción se convierte en personal, y la comunicación personalizada es la mejor.
10. Proporcione el contexto y explique la relevancia
Hay que decir a las personas “el porqué” de un mensaje antes de decirles el “en consecuencia” y el “de forma que”… El contexto es sólo la mitad del esfuerzo de contextualización. La otra mitad, la relevancia, se centra en el componente individual y personal de un esfuerzo de comunicación.






¿¿Sólo nos comunicamos con palabras o existen otros métodos??





La comunicación no verbal .
El 80% de lo que comunicamos se realiza a través de la comunicación corporal.

A veces sobran las palabras. Un gesto o una mirada bastan para hacernos entender sin mover los labios. La razón no es otra que nuestro cuerpo también habla. Conoce las claves de la comunicación no verbal.

La comunicación no verbal puede definirse como aquellos mensajes no lingüísticos que trasladamos a otras personas a través de nuestro cuerpo de diferentes maneras. Como explica la psicóloga especialista en comunicación no verbal y corporalidad María Oriol Vico, “los signos no verbales hacen referencia a tres grupos: los formados por los gestos, las posturas corporales y la mirada; los relacionados con el tono de voz y la velocidad al hablar; y los que tienen que ver con la distancia personal que mantenemos al interactuar”.

Hasta hace unas décadas, pocos expertos habían investigado la influencia que tiene nuestro cuerpo en la comunicación. Uno de los pioneros es el antropólogo Albert Mehrabian, que concluyó en sus estudios que las palabras sólo representan un 7% del mensaje que reciben nuestros interlocutores en una conversación, el resto corresponde al tono de la voz que utilizamos y al lenguaje corporal.

La comunicación no verbal.


KINESIA
(expresión facial, mirada, posturas, gestos,...)
Si no miramos a los ojos a la persona con la que estamos hablando, no nos escucharán y perderemos mucha credibilidad
Con los gestos, debemos de ser naturales o distraeremos al interlocutor. Han de ser congruentes y que ayuden al mensaje oral.
Cuidado, los gestos nos delatan. Se trata de un mecanismo inconsciente.
Además, hemos de concentrarnos y no compaginar  varias tareas al mismo tiempo.
 


PROXÉMICA
(Proximidad física).
El contacto próximo con tu interlocutor hace más creíbles tus palabras, aproxímate a él pero ¡¡no te pases!!




PROYECC. FÍSICA
(Imagen física).
La primera impresión visual es vital en el mundo en el que vivimos porque proyectamos a través de ella nuestra personalidad.
Se trata de un proceso psicológico de “pre-juicio” y expectativas.
Una imagen adecuada hace más receptiva a la persona que nos escucha.


 
PARALINGÜÍSTICA
(Tono, velocidad, volumen, pronunciación, pausas,...).
Comienza a hablar despacio y enfatizando lo que  consideremos importante
Si nos comunicamos con un tono distendido y relajado (e incluso sonriendo), la persona que nos escucha reaccionará de la misma manera.
Regulemos el tono de voz si queremos reforzar una idea, restar importancia a un hecho, dar una opinión contraria, darle valor emotivo al mensaje, etc. 



2. BARRERAS Y OBSTÁCULOS QUE DIFICULTAN LA 

COMUNICACIÓN

Cada uno de nosotros suele considerar con frecuencia que se está expresando claramente y que su comunicación es adecuada, pero eso no es así. ¿Cómo nos damos cuenta? Básicamente porque los demás nos miran, nos preguntan, nos responden de una forma distinta a lo que esperábamos, etc. Así, nuestras palabras, actitudes o silencios tienen consecuencias, aunque no nos demos cuenta.
Para poder expresarnos de la mejor manera posible y a la vez, obtener los resultados deseados, es preciso, antes de hablar, preguntarnos lo siguiente: ¿Qué es lo que realmente quiero decir?, ¿Cómo lo voy a decir (o lo estoy diciendo en ese momento)?, ¿Para qué lo quiero expresar?, ¿Estoy comenzando la conversación en el sitio y situación correctas?
Son muchas las razones que no nos permiten entablar una charla, debatir de una manera más eficiente, amena, natural o simplemente transmitir aquello que queremos comunicar a nuestro interlocutor. La comunicación también tiene sus entresijos. Los principales obstáculos que impiden una buena comunicación son:

Insinuar puede oscurecer nuestro mensaje

Puede que sea difícil para ti, hablar de ciertos temas, ya sea porque te da vergüenza, tristeza, malestar, enojo, ira, etc. Si igualmente necesitas referirte a ello porque lo deseas solucionar o porque no es bueno “quedarse con todo en el interior”, primero quítate de la cabeza la costumbre de “insinuar”.
Insinuar quiere decir dialogar de manera poco clara, esperando que la otra persona se dé cuenta o interprete qué es lo que estamos hablando. Pero no es posible que eso siempre ocurra, ya que el interlocutor (u oyente) no tiene una bola de cristal o no nos conoce lo suficiente.
Si no hablamos claramente, el otro puede interpretar cualquier cosa, lo que sin duda, no es favorable. Incluso cuando llevamos mucho tiempo conviviendo con otra persona es recomendable ser claro y expresar lo que queremos sin dejar que el otro lo adivine y que nosotros supongamos sobre su comportamiento.

Precipitarnos con nuestro mensaje tiene sus consecuencias

Mujer dando voces a su marido
Por otra parte, es muy complicado hablar sobre un tema que te trae disgustos o que sabes que conllevará una discusión o una pelea. Tratar de comenzar una conversación difícil de la forma más amena posible, sin mucho preámbulo, pero tampoco “yendo al grano” sin tantear es lo más adecuado.
Puede que el otro no se sienta bien, tenga un mal día o que también ese tema lo agobie, etc. Por las dudas, analiza primero la situación antes de empezar. Recuerda que no es lo mismo pedir o comunicar que atacar y agredir.
Hay que saber cuándo decir las cosas y de qué manera. No todos nos levantamos siempre con una sonrisa o hemos tenido un día bonito por lo que es importante analizar el contexto y el estado de ánimo de la persona receptora de nuestro mensaje.
Además, no todos tenemos las mismas capacidades, por ejemplo, uno puede ser bueno hablando, el otro escuchando. Reconoce en tu interlocutor de qué perfil se trata. Dirigirte de una manera incorrecta es tu problema, no el del otro y si sabes que esa persona es mejor “oyente”, no intentes sacarle información, hacerle preguntas, pedir opinión. Respeta como es la otra persona y deja que solo hable cuando lo desea o crea necesario.
Una oportunidad para aprender a comunicarte y manejar los aspectos emocionales en tus conversaciones y relaciones con los demás puedes encontrarla en el curso Mejora tu comunicación de Javier Cebreiros, el cual te introducirá en el maravilloso universo de la comunicación, aportándote estrategias y recursos.

No escuchar

No escuchar es casi un hábito universal. A menudo, mientras simulamos “escuchar” estamos pensando en qué vamos a decir. Practicar la habilidad de la escucha es más difícil de lo que parece y sino puedes comprobarlo…
De no escuchar surgen grandes conflictos porque en lugar de una conversación lo que se mantienen son monólogos. Si escuchamos podremos detectar de una manera más adecuada lo que nos dice nuestro interlocutor y por lo tanto, podremos llegamos a comprenderlo.
Además, otra de las interferencias presentes en la comunicación en relación a la escucha son los tonos demasiado elevados de nuestros mensajes o las voces. Si en medio de una charla comienzas a agredir o a gritar, no esperes una buena respuesta. Lo mejor es parar y pensar cómo estás diciendo las cosas. Por más de que te enojen mucho, o creas que es una batalla perdida, recuerda este dicho: “no levantes tu voz, mejora tu argumento”.

Suponer

Mal de muchos es suponer lo que el otro nos está diciendo o pensando. ¿Realmente crees que porque conozcas a esa persona durante mucho tiempo puedes adivinar lo que tiene en su cabeza? Suponer es crear una historia con tus percepciones personales…
La mejor opción en una conversación es preguntar, preguntar y preguntar.No hay nada más. Pero para ello, tienes que pillarte en primer lugar elaborando tus suposiciones sobre el otro… Si estás atento, te descubrirás haciéndolo.

Conversar en momentos y lugares inadecuados

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Otro factor determinante para tener éxito en nuestras conversaciones es reconocer si es el momento y el lugar oportuno. Llamar a tu esposo cuando está en la oficina para discutir no es una buena idea, comenzar una pelea con tu novia en plena calle, tampoco.
Una comunicación importante necesita un sitio y una hora adecuadas. Y sobre todo, que sea privada. Los expertos dicen que para saber cuándo y dónde discutir o tratar un tema con delicadeza, pienses que en lugar de hablar vas a desnudarte. ¿Queda bien que lo hagas en un restaurante, en frente a tus padres o en el autobús? Pues si tu respuesta es no, tampoco es sitio para comenzar una discusión.
Ten cuidado, igualmente, en no dejar que pase el tiempo sin hablar del tema, porque conlleva a acumular odios y tensiones, olvidar qué es lo importante y pasar malos momentos mientras tanto.

Faltar el respeto y etiquetar al prójimo

Faltar el respeto y criticar, o incluso juzgar a la otra persona no te servirá para nada en mitad de una conversación o discusiónCriticar a la persona no mejora tu argumento, tan solo es prueba de que no tienes razones de fundamento, estás enojado o simplemente no sabes reaccionar ante algo que no es de tu agrado.

Problemas anteriores no resueltos

Recurrir a cuestiones pasadas enquistadas para recordar al otro que no es perfecto o el daño que nos hizo, también es un habitual en las discusiones y uno de los mayores obstáculos en la comunicación con los demás. Pero en este momento no estamos hablando del pasado, eso ya acabó y sino, también podemos decidir cuando hablarlo para que quede zanjado pero en otro momento.
Lo importante es centrarnos en lo que ha ocurrido ahora y no empezar a sacar trapos sucios u opiniones silenciadas que no sacamos a la luz en su momento.

Mucho enojo o tensión

La ira, el estrés o la tensión pueden jugarnos malas pasadas y hacer que nos precipitemos y seamos impulsivos en nuestras conversaciones. Más vale relajarnos, tener paciencia y dejar la conversación para un momento en el que nos encontremos con más calma que bajo la experimentación de estas sensaciones.
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Tener orgullo

El orgullo genera consecuencias en nuestras relaciones personales. En ocasiones, tendremos que ceder o dar nosotros el primer paso, no podemos esperar a que el otro sea siempre el que comience. A nuestro ego le encanta que se dirigen hacia él para engrandecerse pero tenemos que saber hacerle sombra.

Falta de claridad sobre nuestros sentimientos, deseos o pensamientos

No saber qué nos ocurre, cómo nos sentimos o qué queremos decir, obstaculizará nuestra comunicación porque mandaremos un mensaje ambiguo. Antes de hablar revisa tus sentimientos y pensamientos y decide qué es lo que realmente quieres comunicar. 



“Para hacerse comprender lo primero que hay que hacer con la gente es hablarle a los ojos." 
Napoleón






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